Full moon - The Black Ghost
-Te hablo de ese momento mágico en el
que te cruzas con un desconocido en el metro -chico o chica, eso no
importa- y sientes algo diferente. Como una especie de magnetismo.
Confuso, raro, incomprensible. Una sensación que te desestabiliza
por completo. Te quedas mirándole como un pasmarote, sin siquiera
pensar en acercarte. Y te pasan por la cabeza miles de cosas absurdas
como el destino, la casualidad, el por qué aquella persona y no
cualquier otra, hasta que desaparece. De repente, puf!, se esfuma. Y
después... bueno... durante los siguientes diez o quince minutos no
puedes hacer otra cosa que pensar en esa persona, caminas con la
mirada perdida, siempre con esa sensación de turbación, de falta de
control. Y una especie de vacío, raro...
-Me ha pasado alguna vez.
-Claro, y aún hay más.
-¿Más?
-Existen personas, más o menos
presentes en tu vida, en quienes piensas de vez en cuando. Una vez al
mes, al año, a la semana, o cada día, no sé. Depende. No es como
acordarte de repente de un amigo a quien hace tiempo que no ves o de
un antiguo amor por quien ya no sientes nada, no. Es más bien pensar
en ellos antes de dormirte o durante una pausa publicitaria de una
película aburrida. Y entonces sientes una sensación parecida a la
que sientes con el desconocido, pero más dolorosa. No me explico
bien, ya lo sé. Quiero decir que tienes ganas de abrazar a esa
persona, imaginas una vida a su lado -no hablo necesariamente de amor
ni de sexo-, inventas mil situaciones y sientes unas ganas tremendas
de estar con ella, en ese mismo momento. Quizá ni siquiera la
conoces lo suficiente como para saber si en dos días te habrías
cansado de ella, quizá te gusta como es pero tienes dudas, quizá
pienses que es imposible, o quieras pensarlo. Quizá eres demasiado
cobarde para averiguarlo. Quizá, quizá, quizá... Y, como siempre,
te quedas allí, en la cama, en el sofá, con el corazón arrugado,
como si acabaras de presenciar algo desagradable, feo. Es parecido a
la nostalgia, creo.
-Sí, ahora entiendo. ¿Hay más?
-Claro que sí. Todavía quedan las
peores, aquellas que son como una astilla que nunca terminas de
quitarte de la punta del dedo índice. Aquellas que, por mucho que lo
intentes, no puedes quitarte de la cabeza. Las odio, de verdad. Están
pero no están, no sabes nunca si sí o si no, quieres y a la vez no
quieres, quieres y no puedes, puedes y no sabes qué hacer. Confusión
es la palabra que definiría lo que te hacen sentir, a grandes
rasgos. Entrando en detalles, no sé si podríamos llegar a hablar de
amor. Y no lo sé precisamente porque sé que existen. Conocerlas,
haber vivido una situación así, hace que no pueda decirte si es
amor o no lo es, porque lo desconozco. Y eso me mata, me ahoga,
porque me incapacita a la hora de actuar. De hacer algo respecto a
ello.
Pero que sepas que dicen que si no lo
intentas, nunca lo sabrás. Además, a mi entender, habrás
fracasado. Pues la cobardía, el miedo, como ya te he dicho otras
veces, es la peor epidemia de la humanidad. Impide la felicidad de
equivocarte una y otra vez hasta que das en el clavo. Así que...
-....
-Ya, lo sé...
No hay comentarios:
Publicar un comentario