(GONE)

miércoles, 11 de enero de 2012

white lies


Full moon - The Black Ghost


-Te hablo de ese momento mágico en el que te cruzas con un desconocido en el metro -chico o chica, eso no importa- y sientes algo diferente. Como una especie de magnetismo. Confuso, raro, incomprensible. Una sensación que te desestabiliza por completo. Te quedas mirándole como un pasmarote, sin siquiera pensar en acercarte. Y te pasan por la cabeza miles de cosas absurdas como el destino, la casualidad, el por qué aquella persona y no cualquier otra, hasta que desaparece. De repente, puf!, se esfuma. Y después... bueno... durante los siguientes diez o quince minutos no puedes hacer otra cosa que pensar en esa persona, caminas con la mirada perdida, siempre con esa sensación de turbación, de falta de control. Y una especie de vacío, raro...
-Me ha pasado alguna vez.
-Claro, y aún hay más.
-¿Más?
-Existen personas, más o menos presentes en tu vida, en quienes piensas de vez en cuando. Una vez al mes, al año, a la semana, o cada día, no sé. Depende. No es como acordarte de repente de un amigo a quien hace tiempo que no ves o de un antiguo amor por quien ya no sientes nada, no. Es más bien pensar en ellos antes de dormirte o durante una pausa publicitaria de una película aburrida. Y entonces sientes una sensación parecida a la que sientes con el desconocido, pero más dolorosa. No me explico bien, ya lo sé. Quiero decir que tienes ganas de abrazar a esa persona, imaginas una vida a su lado -no hablo necesariamente de amor ni de sexo-, inventas mil situaciones y sientes unas ganas tremendas de estar con ella, en ese mismo momento. Quizá ni siquiera la conoces lo suficiente como para saber si en dos días te habrías cansado de ella, quizá te gusta como es pero tienes dudas, quizá pienses que es imposible, o quieras pensarlo. Quizá eres demasiado cobarde para averiguarlo. Quizá, quizá, quizá... Y, como siempre, te quedas allí, en la cama, en el sofá, con el corazón arrugado, como si acabaras de presenciar algo desagradable, feo. Es parecido a la nostalgia, creo.
-Sí, ahora entiendo. ¿Hay más?
-Claro que sí. Todavía quedan las peores, aquellas que son como una astilla que nunca terminas de quitarte de la punta del dedo índice. Aquellas que, por mucho que lo intentes, no puedes quitarte de la cabeza. Las odio, de verdad. Están pero no están, no sabes nunca si sí o si no, quieres y a la vez no quieres, quieres y no puedes, puedes y no sabes qué hacer. Confusión es la palabra que definiría lo que te hacen sentir, a grandes rasgos. Entrando en detalles, no sé si podríamos llegar a hablar de amor. Y no lo sé precisamente porque sé que existen. Conocerlas, haber vivido una situación así, hace que no pueda decirte si es amor o no lo es, porque lo desconozco. Y eso me mata, me ahoga, porque me incapacita a la hora de actuar. De hacer algo respecto a ello.
Pero que sepas que dicen que si no lo intentas, nunca lo sabrás. Además, a mi entender, habrás fracasado. Pues la cobardía, el miedo, como ya te he dicho otras veces, es la peor epidemia de la humanidad. Impide la felicidad de equivocarte una y otra vez hasta que das en el clavo. Así que...
-....
-Ya, lo sé...

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